Manuel Antonio
Manuel Antonio
2025-06-27

Nunca voy a playas, siempre que mi familia me invita a ir, lo rechazo. Es sucio, muy soleado, la arena es moelsta, hay mucha gente, es ruidoso entre otras. Por eso mismo suelo ir a ríos, es mucho más calmado, limpio, fresco y demás. Esta vez le di una última oportunidad a la playa.

Día 1

La primera playa a la que fuimos fue Biesanz, es una playa muy escondida pero, aún así, había una buena cantidad de gente, lo justo para no ser molesto. La playa no se veía colorida y cristalina aquel día tristemente, no tengo fotos interesantes de aquella playa.

Era la primera playa en mi vida con la temperatura perfecta, normalmente están heladas, tengo que salir de ellas después de unos minutos. Aquella playa tenía el frío justo para que fuera fresca. Lamentablemente, estaba llena de rocas grandes, sin importar qué tan profundo nadaba, siempre chocaba contra una roca, tengo mis pies llenos de heridas.

Día 2

El día anterior una de las personas que trabajaba en la playa nos habló de un río que estaba cerca, decidimos ir. En el camino estaba una conocida plantación de palmeras, son muchos kilómetros llenos de palmeras a ambos lados de la carretera. Después de varios minutos entre palmeras, el GPS nos llevó a una carretera que no estaba asfaltada dentro de las plantaciones, teníamos que conducir una hora más para llegar al río.

palm tree

No había un cartel indicando que había un río, seguramente estábamos en propiedad privada y estábamos en medio de árboles perfectamente alineados, no teníamos buenas vibras. Después de dar media vuelta, nos dirigimos a la playa Manuel Antonio.

Llegamos a la playa entre las 7 y 8 AM, hacía un tiempo bueno. Nuevamente la playa tenía la temperatura perfecta, no habían rocas gigantes y las olas eran relativamente grandes. Saltar sobre las olas apenas formándose es muy divertido, me recuerda a mi niñez con mi hermano en la isla donde nacimos.

beach
No te olvides de la isla más grande!

Se sentía tan bien estar en la playa que no me acuerdo porque la empecé a odiar en primer lugar, tal vez era la típica era de adolescente. Sumergirse, flotar, saltar olas y nadar con todas mis fuerzas hasta agotarme se sentía increíblemente bien. Como si hubiera nacido para ello.

Pasadas las horas, mi padre nos invitó a manejar una moto de agua, algo que siempre quise hacer desde que era niño. Decidimos que mi hermano iba primero y que iba a ir con él, una idea terrible. Ir sostenido de alguien en una moto de agua es doloroso, no sabes cuando acelera y no puedes estar parado, cada vez que saltábamos una ola con la moto, aterrizamos con un impacto que destrozaba mi espalda baja lentamente.

Después de 15 minutos, me tocaba a mi, mi hermano se quedó en el bote con el capitan y me dejó con la moto. Tan pronto encendí el motor me paré en la moto y apreté el acelerador hasta el fondo, y hasta lo más profundo en el mar que podía. Aún con salvavidas es inquietante pensar en lo profundo que está el mar en ese punto.

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Isla anterior pero más cerca

Era increíble estar más cerca de una isla que a lo lejos se veía minúscula, en ese momento se convirtió en una montaña grande justo al frente mío. Estar en medio del mar con su sonido, con el movimiento de las olas y sin nadie alrededor era una locura. Fue una gran lástima no haber tomado un vídeo, sentía que debía aprovechar el momento para gastar la mayor cantidad de gasolina pero me hubiera gustado tomar un segundo para grabar videos.

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Ahora escribo esto meses después de aquel viaje, he querido volver y aún no lo hice. De hecho estuve pensando en aprender a surfear con mi amigo, me enamoré de la playa. Nací en una isla, debería saber surfear.

Fue un gran viaje que quiero recordar y dejar grabado aquí para siempre, muchas gracias por leer.

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